La Osa Rosa

20.02.2019

Había una vez una osa que se llamaba Rosa.

La osa Rosa iba muy contenta a la escuela,porque tenía muchos amigos en su clase y su maestra Pili era muy buena y la quería mucho.

Sólo existía un pequeño problema y es que a la osa Rosa no le gustaba mucho trabajar en la clase. Si la maestra daba una actividad de matemáticas para hacer o algún apunte un poco más largo de lo esperado, ella rápidamente decía:

- ¡Me canso! Y aunque la maestra le decía:

-¡Sigue un poquito más! La osa Rosa, no lo terminaba.

Unos días después, la maestra dio unas instrucciones para leer las páginas de un libro y responder unas preguntas a lo que todos los ositos se pusieron a trabajar, menos la osa Rosa que empezó a decir:

- ¡Ay! No me gusta. Y no la hizo.

Los ositos de la clase ya estaban empezando a aprender a leer y a escribir, pero a la osa Rosa eso no le gustaba. Ella quería irse al rincón a jugar a dibujar o a hacer manualidades, pero no podía ir  porque en la clase de la maestra Pili, hasta que no se terminaba de trabajar, no se podía ir a jugar. La maestra, a veces, se cansaba de decirle: -Rosa, termina de hacer tu trabajo.

Pero la osa Rosa siempre decía: -¡No tengo ganas! ¡Yo no lo quiero hacer así!

Los otros ositos, a veces, tampoco tenían ganas, pero trabajaban porque tenían que hacerlo y querían aprender las cosas que les enseñaba su maestra favorita.  Además, luego se ponían muy contentos cuando su maestra les ponía en la hoja "muy buen trabajo" y les ponía un recado bonito en la agenda de tareas.

Como no podía jugar cuando los otros osos estaban haciendo su trabajo, se aburría y se ponía a distraerlos. Intentaba hablar con ellos y jugar, pero le decían siempre: -Rosa, no me hables ahora, que estoy trabajando y no me quiero equivocar.

 Como no hacía su trabajo, la osa Rosa no podía jugar con los otros niños en el recreo, porque estaba terminando su tarea o apuntes atrasados, pero lo peor ocurrió un día.

Como los ositos ya sabían leer y escribir porque habían trabajado mucho, la maestra Pili  invitó a los papás, a las mamás y a los abuelos a asistir  a un día a la clase para que vieran cómo leían los ositos.

Y así fue, se presentaron en la clase, se sentaron y la maestra Pili dió a cada osito un pedazo de un cuento muy fácil y corto para que se lo leyeran a los papás.

Todos los ositos fueron leyendo uno a uno; algunos leían muy bien, otros se trababan  un poquito pero seguían adelante. Los papás estaban muy contentos hasta que le tocó a la osa Rosa. Como no había trabajado nada en la clase no sabía nada de nada y se quedó callada.

- ¿Qué te pasa, Rosa? -le preguntó la maestra. -Que no se leer nada maestra -dijo la osa Rosa. Se puso muy colorada y empezó a llorar. La mamá de la osa Rosa, preguntó:

-¿Y por qué mi hija no sabe leer? Entonces la maestra le dijo a la osa Rosa:

Explícaselo a tu mamá.

-Porque cuando los otros osos estaban aprendiendo yo no quería trabajar y nunca tenía ganas y no hacía nada en clase y aunque la maestra me lo decía, siempre decía que no me gustaba hacer nada -dijo la osa Rosa llorando.

La mamá de la osa Rosa se puso muy triste y sintió mucha vergüenza de ver que su hija era la única que no sabía leer de su clase. Como la osa Rosa lo pasó tan mal y sintió envidia de los otros ositos que se iban a casa tan contentos con un cuento de regalo, le pidió perdón a la maestra y le prometió a su mamá y a la maestra Pili que a partir de ese momento trabajaría muy bien en la clase y pondría mucha atención.

Y así fue. Desde ese día, cuando tocaba escribir, o dibujar o leer, la osa Rosa también lo hacía. Al principio le costó mucho y se cansaba, pero descansaba un ratito y luego seguía. Ese fue su truco:  Si se cansaba, descansaba un poquito y luego seguía. Poco a poco se fue cansando menos y le empezó a gustar hacer las actividades en la escuela.

Incluso, los otros ositos se le decían a la maestra:

-¡La osa Rosa ya trabaja y puede venir a jugar con nosotros al mismo tiempo maestra! Además, ¡tiene una hermosa letra!

Aprendió tantas cosas que en la fiesta de fin de curso leyó delante de todos los papás y lo hizo tan bien que su mamá se puso muy contenta y la maestra Pili corrió a abrazarla. Todos se pusieron de pie a aplaudir a la osa Rosa que aunque le fue difícil, no le resultó imposible pues, todo, si te lo propones se puede cumplir.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Por:Jesús Jarque.

Adaptación: Ariadna M. Santa Anna

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